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17 de mayo de 2010

Cine: Un ciudadano ejemplar y una película que no lo es tanto

Buenas expectativas se desprenden de Un ciudadano ejemplar, pues en sí misma supone un giro a la convencional historia del hombre convertido en justiciero por venganza, ya que el supuesto justiciero se convierte en un supervillano del copón. La realidad, en cambio, es muy distinta porque lo que vemos aquí son unos guionistas que vieron El Caballero Oscuro y les flipó el Joker, nada más.

La historia es que Clyde Sheldon es testigo del asesinato de su familia a sangre fría, y como el sistema judicial no imparte la justicia conveniente, él mismo se curra una venganza “apocalíptica” contra todo el mundo. Hasta ahí bien, pero la película, a mi entender, tiene dos fallos muy gordos que la rompen en pedazos.

El primero es que intenta ser un thriller psicológico, pues la cosa va de infundir el terror a partir del caos. No obstante, nunca llega a ser tal cosa porque son tantas las veces que dejan claro que Sheldon es una especie de ginete del apocalipsis que se pierde el interés, básicamente porque uno lo acepta y se cree todo lo que pueda hacer por imposible que sea, el misterio desaparece de la ecuación y la sorpresa da igual a 0.

En segundo problema es Gerard Butler. Resulta que el hombre le pone tanta energía e ímpetu a su personaje que se come literalmente la película, como si de un agujero negro se tratara. El hecho añadido de que Jamie Foxx, que interpreta el héroe, no esté ni de lejos a la altura del villano priva el film de este enfrentamiento entre el bien y el mal tan indispensable vista la historia que se presenta. Y si a estas dos minucias le añadimos una resolución final un tanto ridícula, tenemos una película que no se sostiene por ningún lado.

Lo bueno es que almenos no existe la intención de tomarse la cosa en serio e intentar que el film sea una crítica al sistema judicial porque sino sí que podríamos echarnos a reir. Además, la buena dirección de F.Gary Gray y una fotografía realmente estupenda de Jonathan Sela le dan cierto empaque al conjunto final y consiguen que Un ciudadano ejemplar sea una película pasable en vez de un tocho infumable.