‘El americano’ es cine arriesgado y de buen gusto, adulto, y aunque también hay acción, se muestra de una forma mucho más cruda e intensa, verídica. Ha cosechado un sorprendente éxito en la taquilla estadounidense, que sólo puede deberse al acierto de una engañosa campaña de marketing y al carisma de su protagonista, George Clooney, sin duda una de las estrellas más fiables y coherentes de la industria cinematográfica.
‘El americano’ (‘The American’) es el segundo trabajo como director del holandés Anton Corbijn, fotógrafo y realizador de videoclips que debutó en el cine hace tres años con ‘Control’ (un hueco e intrascendente biopic del malogrado Ian Curtis, cantante de Joy Division). Corbijn traslada esta vez a la gran pantalla un guión de Rowan Joffe (hijo del director Roland Joffé) basado en una novela de Martin Booth titulada ‘A Very Private Gentleman’ (‘Un caballero muy reservado’, 1990). La historia se centra en un asesino a sueldo, y hay balas y besos (el popular “kiss kiss bang bang”) pero a pesar de lo que pueda parecer y de cómo se está vendiendo la película, no está pensada para el gran público, tiene poco de Hollywood y mucho de Europa, poco de thriller romántico y mucho de drama interior.
La película comienza en Suecia, en un paisaje nevado, donde destaca la cálida luz que proviene de una cabaña. Dentro, una mujer desnuda abraza a un hombre serio de barba canosa, llamado Jack (Clooney). Más tarde, mientras caminan en dirección a un pueblo para hacer unas compras, se cruzan con unos asesinos profesionales (aunque algo torpes). Así descubrimos que el protagonista lleva una pistola como cualquiera de nosotros un reloj, y que no le tiembla el pulso al usarla. Él también se dedica a matar, y está en peligro, ha sido descubierto. Viaja rápidamente a Roma para ver a su empleador (Johan Leysen), quien le prepara un plan para ocultarse durante un tiempo. Jack llega así a Castel del Monte, un pequeño pueblecito de montaña donde debe pasar desapercibido. Aunque se esfuerza, no lo consigue, y no tardará en recibir visitas indeseables.
Durante su estancia en Castel del Monte, Jack mantiene contacto básicamente con otras tres personas; el comprensivo y amable padre Benedetto (Paolo Bonacelli); una prostituta llamada Clara (Violante Placido); y Mathilde (Thekla Reuten), otra asesina solitaria como él. El jefe de Jack prepara el encuentro con esta mujer, que necesita un arma muy especial para su próximo trabajo. Él acepta el encargo y fabrica el rifle mientras su estancia en el pueblo se va complicando, mientras Benedetto y Clara lo van transformando, y empieza a pensar que su única salida es retirarse y cambiar de vida. Aquí radica uno de los grandes aciertos del film, en la tensión que se va acumulando dentro de Jack, cómo llega a resultarle insoportable continuar con su rutina, con su forma de vivir.
Corbijn no está interesado en montar una típica película de acción, de tiros, explosiones y persecuciones, con un romance pasajero para rellenar metraje y mostrar algo de carne, esto es, no quiere filmar algo en plan James Bond. Le interesa la atmósfera y el retrato de un hombre solitario, reservado, tranquilo, que resulta que es un experto asesino, pero cuya existencia está muy alejada de la que suelen plantearse en los productos realizados en Hollywood sobre “asesinos encantadores”. Jack es un tipo extremadamente metódico, muy comprometido con su trabajo, cuyo día a día gira en torno a la construcción de un arma; y esto le apasiona, es lo que sabe hacer. Es frío y distante porque es una cuestión de supervivencia, cuantos menos contactos tenga, cuantas menos personas conozca, más fácil le resulta seguir siendo un depredador silencioso y efectivo.
Que el personaje central (interpretado por un formidable Clooney) sea este tipo de ejecutor, realista hasta el punto de resultar un hombre aburrido, no resta interés a la película en ningún momento, pues se vive intensamente el drama del personaje, se plasma perfectamente la sensación de peligro que siente, su desesperación y su paranoia; es un lobo que se siente acorralado en un laberinto de calles donde el enemigo puede esconderse en cualquier esquina. Es muy inteligente la puesta en escena de Corbijn (apoyado en el trabajo fotográfico Martin Ruhe), elegante, sutil, recurriendo a menudo a encuadres que dejan solo a Jack, para transmitir su miedo constante a un ataque, así como el uso de la música (compuesta por Herbert Grönemeyer y temas populares), que contribuye a crear la atmósfera adecuada para cada secuencia.
Con su inspirada mezcla de western estadounidense y thriller europeo, ‘El americano’ es una estimulante vuelta de tuerca al agotado tema del asesino en busca de redención, un film emocionante, bellísimo, hipnótico, no exento de acción o sorpresas. Pierde un poco de fuerza cuando Corbijn no puede evitar (porque no quiere, al parecer) algunas situaciones tópicas, que están filmadas con mucha menos fortuna, pero son pequeños baches en un vigoroso y terrible viaje al interior de un hombre que debe escapar del infierno que él mismo ha construido. Mención especial para el tramo final de la película, es de esos que se quedan grabados en la memoria, impresionante la puesta en escena y la labor de un actor en estado de gracia.
-